En nuestros entornos de trabajo en rápida evolución, el concepto de inclusión ha pasado de ser una palabra de moda a un elemento clave empresarial. Hoy en día, la conversación está cambiando hacia la creación de lugares de trabajo que no solo aprecien la diversidad de su fuerza laboral sino que también atienden proactivamente a sus diversas capacidades físicas.
En el núcleo de esta transformación está la ergonomía, una ciencia que asegura que el diseño de nuestros espacios de trabajo se alinee con nuestras capacidades y limitaciones humanas. Exploremos cómo la ergonomía y la tecnología se combinan para forjar un futuro de espacios de trabajo verdaderamente incluyentes.
La ergonomía se trata de diseñar espacios y herramientas que se ajusten a las personas que los utilizan, no al revés. En esencia, la ergonomía se trata de crear compatibilidad entre las personas y sus herramientas y entornos tecnológicos. Se enfoca en diseñar tareas, sistemas y lugares de trabajo para alinearse con las capacidades y limitaciones de las personas.
Un espacio de trabajo ergonómico es más que una silla cómoda o un escritorio ajustable. Es un entorno que permite posturas sanas, minimiza el riesgo de lesiones y maximiza la productividad. Es un espacio de trabajo que reconoce y apoya la diversidad de dimensiones del cuerpo humano y capacidades físicas.
Incluso en los lugares de trabajo más progresistas, un aspecto de la diversidad que se suele pasar por alto, a pesar de ser crítico, es la diversidad de capacidades físicas de la fuerza laboral. Es un descuido común, ya que muchas empresas todavía abordan el diseño del espacio de trabajo con una mentalidad ''unitalla''.
La diversidad física en la fuerza laboral es multifacética. Incluye diferencias en altura, peso, fuerza, destreza manual, movilidad, y la capacidad de llevar a cabo movimientos repetitivos. También puede abarcar a empleados con discapacidades o padecimientos de salud crónicos que podrían requerir adaptaciones específicas. Al pasar por alto estas diferencias, las empresas inevitablemente crean espacios de trabajo que pueden comprometer la seguridad y el bienestar de los empleados.
Las repercusiones de este descuido pueden ser importantes. El malestar, la fatiga y el dolor pueden provocar lesiones y trastornos musculoesqueléticos, una de las principales causas de pérdida de jornada laboral por lesiones y enfermedades. Esto puede disminuir la productividad y aumentar el ausentismo, elevando los costos para las empresas.
Más allá de las implicaciones físicas, también hay un impacto psicológico importante. Los empleados que sienten que sus necesidades físicas no son reconocidas o atendidos pueden sentirse invisibles e infravalorados. Esto puede provocar una menor satisfacción laboral y una mayor rotación de personal, lo que afecta negativamente el resultado final de una empresa.
Para hacer frente a estos problemas, las empresas suelen fiarse de las evaluaciones ergonómicas tradicionales. Estas evaluaciones suelen implicar a profesionales capacitados que observan manualmente a los empleados y su espacio de trabajo para identificar riesgos potenciales y recomendar mejoras.
Sin embargo, estas evaluaciones tradicionales tienen una eficacia limitada. Por naturaleza son subjetivas, ya que dependen en gran medida de las observaciones y la experiencia del individuo que lleva a cabo la evaluación. Esta subjetividad puede producir resultados inconsistentes, con el potencial de omisión de factores de riesgo críticos que impactan la seguridad y el bienestar de un empleado.
Además, las evaluaciones ergonómicas tradicionales pueden consumir muchos recursos. Exigen mucho tiempo y mano de obra, y suelen interrumpir el flujo normal de trabajo, afectando la productividad. También pueden estar muy esporádicas, impidiendo tomar en cuenta los cambios en las capacidades físicas de los empleados o la naturaleza de su trabajo a lo largo del tiempo.
Por lo tanto, aunque estas evaluaciones son un paso en la dirección correcta, no suelen proporcionar una comprensión integral y objetiva de las diversas necesidades físicas de una fuerza laboral. Aquí es donde la tecnología moderna y sus avances pueden desempeñar un papel clave.
En la era digital, tenemos herramientas a nuestra disposición que pueden ayudar a superar los desafíos de implementar principios ergonómicos en el diseño del espacio de trabajo. Una de esas innovaciones es la plataforma de evaluación ergonómica de TuMeke, que combina los principios de ergonomía con el poder de la tecnología para propiciar lugares de trabajo más seguros e incluyentes.
TuMeke aprovecha las capacidades del rastreo de articulaciones por visión computarizada para ofrecer evaluaciones basadas en imágenes. Esto elimina la subjetividad asociada con las evaluaciones manuales y asegura que las características físicas únicas de cada individuo sean reconocidas y contabilizadas. Esta tecnología proporciona una evaluación detallada e imparcial sin interrumpir el flujo de trabajo, lo que mejora la productividad y garantiza la seguridad.
El software de TuMeke también ofrece una herramienta integral de análisis de riesgos. Resalta posturas y movimientos arriesgados que de otro modo podrían pasar desapercibidos. Estos conocimientos son invaluables para las empresas, ya que ayudan en el rediseño del espacio de trabajo y la formulación de programas de capacitación efectivos que toman en cuenta la diversidad física de la fuerza laboral.
Otra característica notable de la oferta de TuMeke es su Suite de Riesgos. Esta poderosa herramienta permite a las empresas administrar y mitigar el riesgo de trastornos musculoesqueléticos (TME) en toda la organización. Al empoderar a las empresas con las herramientas para anticipar y administrar de manera proactiva estos riesgos, TuMeke apoya la creación de un espacio de trabajo más seguro e incluyente que valore la contribución de todos.
Al final, un espacio de trabajo incluyente no se trata solo de personalizaciones sino también de apreciación. Se trata de entender que cada empleado tiene necesidades y habilidades únicas y que reconocer estas diferencias es una fortaleza, no una debilidad.
A través del diseño y la ergonomía incluyentes, y con la ayuda de herramientas como TuMeke, las empresas pueden crear espacios de trabajo donde todos se sientan vistos, escuchados y valorados. Esto fomenta una cultura de inclusión y respeto, lo que lleva a una mayor satisfacción en el trabajo, una mayor productividad y mejores resultados comerciales.
Entonces, ¿está listo para dar el siguiente paso hacia la creación de un espacio de trabajo incluyente? Decídase a dar el primer paso hacia un espacio de trabajo donde la diversidad sea valorada y donde todos prosperen. Porque cuando atendemos a la diversidad, construimos un mundo mejor, más incluyente para todos.
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